Centellas ávidas,
cenizas lapa
que fueron torpes
agujeros sepia.
Nos empeñábamos.
sin grises cuentos,
en ser canela
sin azúcar
ni gas
Amanecían nuestras sombras
entre
bostezos caucho
y lacias lumbres
que vomitaban
dilatados luegos
me recordaban
los enjambres blancos
clavados entre tus pestañas agua
y el alba rota
de mañanas
cero