Hay siete rosas que alimentan
nuestra volátil sangre blanca,
nuestra volátil sangre blanca,
puños de azúcar reclamando lágrimas.
Hambre es el grito adormilado
que reverbera en el cemento
y en huesos deja la conciencia.
Hambre de brazos, algodón sin dientes,
de ser entraña y no figura,
de ser calambre en cada arteria,
brasa de incienso en el alféizar
donde hay siete rosas de sangre
alimentando a mano alzada
la desnutrida roja tierra.