sábado, 30 de abril de 2011

Dos puntos



En los cristales chirrían los frenos de las venas. Ese soplo de aire es la única puerta. Fuera hay pájaros peleando contra el viento, senderos cubiertos de espuma, mariposas reflejando una risa y un río de sonidos que salpica.

Destapo campanas polvorientas, las lanzo al fuego, es el comienzo de una nueva siembra que cubra de madreselva los lienzos y destierre, para siempre, el óxido de la memoria misericordiosa.

Dos puntos: me esperan.


jueves, 28 de abril de 2011

puntos suspensivos



Adormilado estabas como después de un almuerzo de los de mantel  y cuatro cubiertos,  parecías querer mudar las quimeras y sus espinas, que todo se redujera a blanco o negro y las arrugas fueran sólo caracoles en tu pelo. Un suspiro era brisa rota en la almohada, donde los impulsos ayunaban puntos suspensivos que luego se nos derraman entre los dedos. 

Yo mientras me abrazaba al desvelo y contabilizaba cada uno de los segundos que pasaban entre sueños de caracoles blancos y negros...




martes, 26 de abril de 2011

líneas quebradas



Madrugadas de lazos sueltos,
torbellinos de burbujas
serpentean el asfalto,
globos preñados de sueños
pueblan las hojas marchitas.

El reloj amordaza ese último segundo
donde se proclama la verdad
de las líneas quebradas en vida.


domingo, 24 de abril de 2011

En blanco



Restauro líneas, despiezo ayeres y los siembro en arcilla. Como hiedra obstinada me retuercen los despidos. No veo pájaros blancos ni azules, ni siquiera negros. No hay ocasos abrazando este cuadro.

Inmóvil, con la ausencia de la tierra y la sequía del mar, espero. Quizás hoy sea el día y yo el blanco.




martes, 19 de abril de 2011

Papel



Amaneció en incienso, no hubo tarjeta ni sonrisa enquistada en los porcentajes de humo. El ascensor le pareció una selva desconocida y ajena, no supo cuántos botones había que apretar para llegar a un abrazo eterno, cuántos para tener una mano al lado, cuántos para llegar a encontrar unos ojos y recostarse en ellos. Salió detrás de una marea de botines depredadores de aceras, sin más rumbo que un futuro que se le debió enredar entre tantos días de papel arrugado.


lunes, 4 de abril de 2011

Zuñi

hacia el silencio/ 14

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He salido a la calle. Una suave llovizna, mortecina, oscurece los árboles. No hay niños en el parque. Comienzan a encenderse las farolas. Los pocos transeúntes caminan cabizbajos. A ratos una ráfaga de viento me aclara las ideas. No sé qué voy a hacer, tal vez me acerque al viejo cementerio, a las tumbas más próximas. Tal vez te recupere sin que broten las lágrimas. Ya estoy en el silencio.

Jose Luis Zúñiga


Te quiero 




Es abril y la sal se hace montaña,
la magia rompe enjambres,
caemos de rodillas, 
nos llueven zuecos huecos,
la piel desaparece,
los abrazos perdidos
al destiempo se aferran,
se desboca la angustia, corre por los tejados,
intenta adelantar a la bruma.


Es abril y los besos tiemblan, 
de las lámparas caen desconsolados versos
se esconden las ventanas y las puertas.


Es abril y los gatos lloran







domingo, 3 de abril de 2011

Cuerda sin reloj


Hienas de plástico en la acera, sombras
apuntillando el esqueleto regio.
Ya llegan nueve cuervos blancos, rozan
tus pies de-lirios, tu destino repta.

Todas las cartas nos explotan
y sientan cátedra sin freno.

Hoy amanece en alquitrán sin ropa,
entre resortes y hojarasca muda.
Unos zapatos re-tirados roban
lo que llamábamos vacío
y sin aliento nos desolan.


viernes, 1 de abril de 2011

Un beso



Esta mañana me desperté con un beso de esos grandes y redondos, parecía un castillo inflable donde todos los críos estampan alegrías y gritos. Un beso que parecía el sol de mediodía y  cegó las legañas de pereza enquistada, rizó la desidia y aparcó la bruma que siempre se agolpa en los vahos y gotas del baño. Aún lo llevo entre mis pecas, bien orondo y brillante,  con esa sonrisa de despensa llena, de viernes con saldo.

Esta mañana decidí espantar mi decadencia de pintura opaca, de senderos llenos de trastos viejos, con un beso que ahí quedará en la estantería de los juguetes más caros, esos que ni se tocan ni se abren,  y cuando hacemos orden miramos con  triste nostalgia de nube sin lluvia, de música desafinada.

Y ahora escribo con las manos rotas, en este vacío de pared sin araña.