En los cristales chirrían los frenos de las venas. Ese soplo de aire es la única puerta. Fuera hay pájaros peleando contra el viento, senderos cubiertos de espuma, mariposas reflejando una risa y un río de sonidos que salpica.
Destapo campanas polvorientas, las lanzo al fuego, es el comienzo de una nueva siembra que cubra de madreselva los lienzos y destierre, para siempre, el óxido de la memoria misericordiosa.
Dos puntos: me esperan.