Duermes aún y quisiera contarte tanto… el otro día logré saltar la pequeña acequia que siempre me daba miedo. Me he hecho entusiasta del sushi, yo que te llamaba animal sin civilizar por comer tartar. Duermes y quisiera que vieras que logré salir y volar hacia el viento, que me estrellé y ando pegando los trozos con más alegría que cuando era de una pieza.
Cuando despiertes construiremos de nuevo el castillo con un gran foso donde nadar al anochecer y volver a aprenderte. Duermes y quisiera que entendieras que el tiempo me abrió los ojos y ahora las dagas escuecen en los recuerdos, sólo allí.
Desenredo el ovillo y cuando arrecia el temporal me hago cometa -como tú quisiste siempre que hiciera,-pero duermes y, no sé cómo decirte que ahora tu libro está en mi regazo... abierto.